miércoles, 28 de octubre de 2009

Relato - El nuevo caso Roswell

Dos agentes de policía del condado de Wadefield bajaron de su todoterreno patrulla y entraron en la comisaría esquivando a la muchedumbre que se congregaba en la puerta con cámaras de vídeo y micrófonos. Nada más entrar se dirigieron a la sala de interrogatorios. Un cámara entró con ellos, era el único que tenía permiso para retransmitir lo que estaba ocurriendo en el pueblo.

Declaración del granjero
–¿Quiénes son ustedes? –preguntó el granjero asustado al ver entrar a los agentes y al cámara.
–No importa quiénes somos, lo que importa es saber qué ha visto.
–Lo cierto... –su voz temblaba–. No sé qué era... Todo ha sucedido muy deprisa.
Uno de los agentes se quitó las gafas y se acercó al hombre.
–Quiero que se relaje–. El agente le miró fijamente a los ojos y el granjero pareció tranquilizarse.
–Volvía del pueblo en mi ranchera. Había estado comprando unas...
–Vaya al grano, por favor.
–Está bien–. El hombre sudaba cada vez más, empezó a alisarse su barba blanca–. Cuando iba por la carretera rumbo a mi casa... vi una explosión. Una explosión gigantesca justo detrás de las montañas.
–¿A qué hora ocurrió eso?
–No lo recuerdo. Era ya de noche. Las once, quizá más tarde...
–¿Había alguien más por la carretera? –preguntó el agente mientras tomaba asiento y dejaba su sombrero encima de la mesa.
–No, a esas horas no suele pasar nadie. Es una carretera perdida en el desierto.
–Continúe.
–Me dirigí a la explosión. Me salí de la carretera y atravesé el campo. Cuando llegué... vi aquella cosa. Era un platillo volante estrellado –Ahora era el granjero quien miraba fijamente al agente de policía–. No espero que me crea, pero eso fue lo que vi.
–Vio ese... ovni... y ¿qué pasó luego? –el policía no mostraba ninguna emoción.
–Me acerque al objeto. Había pedazos incendiados por todas partes. Recuerdo un agujero en el fuselaje de ese trasto... Quería ver qué había dentro.
–¿Qué vio?
–Alguien me golpeó y me desmayé. Cuando desperté estaba con unos militares. Ya había amanecido. Me dijeron que había tenido un accidente y que todo había sido un sueño. Pero yo sé lo que vi.

Declaración del militar estadounidense
–¿Tiene que estar la cámara encendida? –preguntó el soldado de forma irritante.
–Usted trabaja para el gobierno. Le han ordenado contar la versión oficial a todo el pueblo. No sé si ha visto a la gente de afuera, pero están revolucionados –decía el policía mientras no dejaba de moverse nervioso por la sala–. Tienen pánico. Creen que hay una invasión extraterrestre.
–¿Extraterrestre? ¿De qué habla? No se ha estrellado un ovni.
–Entonces...
–Mire, estábamos haciendo pruebas con globos sonda. Ya sabe, recogiendo datos sobre la presión, la temperatura, la humedad...
–¡Estoy harto de las historias de globos sonda! –Golpeó la mesa con fuerza–. No me las creo. Tengo un testigo que vio un cuerpo calcinado, y dice que no era humano.
–No me ha dejado acabar –dijo el soldado con cierto aire de chulería–. También hicimos pruebas con muñecos. Los lanzamos desde ciertas alturas para un nuevo sistema de paracaídas. Aún no sabemos por qué el globo sonda se calentó tanto como para explotar, pero lo averiguaremos–. Lanzó una sonrisa al policía. –Y les pondremos al día de todo.

Declaración del fanático de los ovnis
–Sólo diré una esto: Roswell, año 1947. Seeeeh –dijo el joven con una sonrisa mientras asentía repetidamente.

Declaración del militar estadounidense
–¿Roswell? Por el amor de Dios, ¡eso ocurrió hace más de cincuenta años! –exclamó el militar.
–Rescataron varios cuerpos alienígenas –comentó el policía sin levantar la vista de sus apuntes.
–Que resultaron ser muñecos –concluyó.
–También dijeron que un globo sonda se había estrellado –Volvió la mirada hacia él con aire acusador–. ¡Qué casualidad! ¿No cree?

Declaración del rastafari
–Yo no me enteré de mucho, la verdad. Nos llamó un amigo muy friki de los ovnis.
–¿Nos? –preguntó el policía–. ¿Había alguien más con usted?
–Sí, un amigo mimo. Llegamos al lugar, pero ya lo habían chapado unos soldados. Yo dije que quería pasar porque un amigo me había comentado algo de que se había estrellado un ovni to guapo.
Hubo un silencio. El joven bajó la mirada y unas lágrimas le brotaron de los ojos.
–Me dieron una descarga eléctrica. Y me quitaron el jaco –se derrumbó.

Declaración del fanático de los ovnis
–Yo vi con mis propios ojos el platillo. Era gigantesco. Medía unos veinte metros de envergadura.
–¿Qué estaba haciendo allí? ¿Y por qué llevaba papel de plata en la cabeza cuando le encontraron?
–Verá, yo se lo explico. En mi casa tengo instalado un satélite casero conectado a un radar.
–¿De donde ha sacado un radar?
–Mejor que no lo sepa–. Se produjo un silencio incómodo–. El caso es que oí unas interferencias y me dirigí lo más rápido que puede hacia ese punto. Fue cuando flipé, colega. Tenía la prueba de que Expediente X es verdad, pero llegaron esos tipos.
–Pero, ¿no dijo que vio un extraterrestre? –preguntó el policía.
–Sí, sí, a eso iba. Cuando llegué inspeccioné la zona y envié un par de SMS a mis amigos. Luego decidí entrar en el ovni por un agujero...
–¿Cómo era el interior?
–Las paredes emitían una luz tenue e intermitente, como si latiese. Por todas partes se podían ver símbolos extraños, como jeroglíficos; le saqué un par de fotos. Decidí ponerme papel de plata en la cabeza para que no pudiesen leerme la mente, siempre llevo, nunca sabes cuándo lo puedes necesitar–. Dejó de hablar unos instantes, estaba pensando qué decir. –Luego... bueno. Oí un ruido afuera. Me acerqué y vi una cabeza rara. Me asusté y mi primera reacción fue golpearla. Era un viejo con barba, pero creí que era un alien, colega. Tras eso, vino un militar y me sacó de la zona. Me dijo que no podía decir nada de lo que había visto o matarían a toda mi familia.

Declaración del militar estadounidense
–No dije eso. ¿Les ha dicho que dije eso? Es mentira. ¿A quién van a creer? ¿A un chalado que se tira todo el día jugando al ordenador o a un militar estadounidense? Yo llegué con mis hombres tras el accidente y vi a un granjero desmayado junto a los restos y a ese niñato idiota hincando un palito en los restos del muñeco.
–¿Hubo algún testigo más?
–No lo sé. Creo que no. Bueno, tras el niñato llegaron un par de frikis más. Un rastafari y un mimo.

Declaración del recluta patoso
–En serio, fue un globo sonda –afirmó el recluta en tono jocoso–. ¿Ovnis? ¿Se creen eso? Ya son mayorcitos para pensar en estas tonterías.
–Tenemos varios testigos que afirman haber visto un platillo volante y cadáveres de extraterrestres.
–En el caso de que se haya estrellado un ovni... ¿qué más da? Vayan acostumbrándose, el gobierno tiene muchísimos secretos que ni el más conspiranoico se imagina–. El recluta calló de repente al darse cuenta de la presencia del cámara. –Oiga, esto no va a salir en la tele, ¿no? –preguntó con cara de idiota mirando al objetivo.

Declaración del mimo
–...

Declaración del fanático de los ovnis
–El gobierno nos oculta cosas, colega. ¿Sabía que los nazis estaban creando modelos experimentales de platillos volantes justo antes de la caída del Reich? Los estadounidenses capturamos a varios de los mejores científicos, y de pronto, el misil V2 pasó a ser un juego de niños. Tanto Rusia como Estados Unidos conseguimos llegar a la Luna tan rápido gracias a la tecnología robada de los alemanes.
–Entonces los ovnis los controla el gobierno, son armas de prueba. Como el avión ese negro.
–Se llama F-117 Stealth Fighter –corrigió el friki–. Sí, nuestro gobierno llevaba años trabajando en ese avión como arma secreta hasta que decidieron darla a conocer para luchar en la Guerra del Golfo.
–Entonces los ovnis son sólo armas de prueba –concluyó el policía.
–Eso pensaba. Hasta que ayer vi el cuerpo del extraterrestre. Hice fotos, pero el soldado ese de mierda me quitó el móvil.
–Pero... ¿no podría ser el cuerpo de un piloto? –preguntó el policía buscando respuestas–. Dijo que el cadáver estaba totalmente calcinado.
El fanático de los ovnis levantó la mirada hacia el policía y se le quedó mirando un buen rato.
–Eso era un alien, colega.


Había caído la noche en la comisaría. La gente había vuelto a sus casas, los testigos también. Los dos policías se sentaron tranquilamente a tomar un café en la mesa de la sala de descanso.
–Estoy jodidamente agotado –comentó uno de los policías.
–Y yo. Menudo jaleo hemos tenido hoy.
–No todos los días se estrella un ovni en el pueblo.
Ambos rieron. Un sorbo más de café y de vuelta a casa, como si hubiese sido un día normal.

Declaración de E.T.
Una nave salió de la atmósfera terrestre con una rapidez inmensa.
–¿Qué pasó ahí abajo, Mike? –preguntó el conductor del platillo al alien herido.
–Bill ha muerto –contestó secamente sin poder levantar la mirada–. Estábamos sobrevolando la zona cuando todo el sistema empezó a dar error. Tratamos de aterrizar la nave en un sitio plano, pero no conseguimos levantar el morro. Tuve mucha suerte. Bill no. Él acabó calcinado y con un palito hincado en el culo. Se lo llevaron esos militares de pacotilla. A saber qué le estarán haciendo. ¡¡Todo por culpa de los manguitos!! –. El alien se encolerizó. –Dije que miraran los manguitos, que algún día íbamos a tener una desgracia. Ni caso. Que Cthulhu cuide de Bill.

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