lunes, 24 de mayo de 2010

¿Al final, cómo ha acabado Perdidos?

Una serie no es una quiniela
Una ficción se escribe desde atrás. Syd Field lo dice en su “El libro del Guión”. El autor concibe un tema, reúne unos personajes y situaciones, resuelve una conclusión que detone las intenciones de su trama, y desde ese momento, rebobina hasta el principio para empezar a rellenar huecos partiendo de la estructura de planteamiento, nudo y desenlace, heredera de la propuesta en cinco actos que propone Aristóteles en su “Poética”.

En Lost no vale ese planteamiento
Lost no es una ficción que responda a este paradigma. Primero, porque cada temporada pertenece a un género (como apuntó Hernán Casciari hace un tiempo) y cada una plantea una fórmula narrativa. Y segundo, porque Lost no es una ficción autónoma, sino que se retroalimenta como la imagen de un espejo con la participación y presencia del espectador. Esto hace que Lost no sea una sola serie, sino una serie por cada fan que la ha seguido con enfermiza avidez.

Pero, ¿qué ha pasado en Lost?
Decepción o valentía
En la primera temporada, Damon Lindelof y J.J. Abrams negaron taxativamente que la isla fuese el purgatorio y todos estuvieran muertos. Si alguien se siente decepcionado por este final, no tiene razón para estarlo. La isla no es el purgatorio, ni han estado muertos todo este tiempo. El universo alternativo que nos han representado en la sexta temporada ha sido ese purgatorio, al que iban llegando todos a medida que, cada cual en su momento, iban muriendo (ya fuese dentro o fuera de la isla).
La conclusión de la serie responde al planteamiento filosófico inicial de la serie. La pregunta que hace Charlie cuando escucha por primera vez la grabación en bucle de Danielle Rouseau es la cuestión fundacional de Lost. ¿Dónde estamos? Aunque la pregunta se hace extensible a “¿cómo estamos?”. La respuesta, durante todas las temporadas ha sido el inicio y fin de cada capítulo: Perdidos. El final de la serie es esclarecedor: a medida que se encuentran, se dan cuenta de que no estaban solos, y por tanto, son encontrados y dejan de estar perdidos.

El gurú, el guía, el chamán, el mago: el intermediario
Para ser encontrados, hace falta un maestro. Un guía. Un mago. Desmond representa esa figura. El peregrino que sufre en el desierto para cruzarlo y ayudar a otros a cruzarlo. Concibamos este personaje como un médium en su acepción más pura. Es un medio. Un intermediario.
Es quien consigue unir el espacio y el tiempo (Christian Shephard dice “no hay un aquí ni un ahora”) y quien sirve de nexo común para todos los personajes. Para que consigan cruzar el umbral. Es el barquero que ayuda a los losties a cruzar la laguna estigia. En este sentido, chapeau.

¿Están muertos? o el síndrome Antonio Resines
La pregunta que muchos de los que empezaron a ver la Series Finale con el machete en los dientes a la conclusión del episodio final ha sido furibunda. ¿¿Entonces todo ha sido un sueño?? ¿¿Nada ha sido real?? ¿¿Habemus tomadura de pelo??

Para nada
Señores. Los Losties no estaban muertos. Han ido muriendo. Como tendremos que hacerlo todos. No hay un “ahora”. La concepción del universo paralelo no está encorsetada en la percepción “objetiva” y común del tiempo. Todos van muriendo, y a medida que mueren, se cruzan en el universo de las personas que realmente son, sin los condicionamientos de una vida que los ha torturado: de una forma más o menos paralela a como vivieron, han sido capaces de desprenderse de sus demonios y, así, han tenido la vida que hubiesen querido.
Pero nada es perfecto. Evidentemente, la construcción de esa fantasía que es el purgatorio hereda formas y defectos de su pasado. De su otra vida. De su vida, de hecho. La mano de El Sexto Sentido es alargada, y quizás lo más reprochable de este final es que la originalidad que ha sido eje fundacional de la serie ha acabo siendo hipotecada a cambio de una fórmula prestada de un éxito popular. En este sentido, el aplauso pierde fuelle.
No obstante, el esfuerzo creativo de estas seis temporadas ha sido más que suficiente como para empañar el resultado global con el truco final de Lost.

La Isla, esa gran desconocida
Los que veían y ven Lost como quien llena el carro de la compra con la lista de productos a adquirir, es lógico que se hayan visto decepcionados. Lo más importante se ha quedado en el aire: La Isla. Seguimos sin saber de dónde procede, porqué tiene ese poder, de dónde salen las inscripciones egipcias, quién erigió la estatua. Esa es una de las innumerables cuestiones que jamás tendrán respuesta (en fin, sí que tendrán respuesta, pero en forma de declaraciones de los guionistas en algún podcast, o en alguna feria de cómics o en algún juego de realidad alternativa).
A todos los que entran en esta parte del graderío, os comprendo, pero tenéis que liberaros de esa faceta de la serie. El misterio era la excusa. La Isla es un McGuffin, un cebo. Es como decepcionarse viendo Ciudadano Kane al saber que toda esa maravillosa historia ha sido detonada por un simple trineo. La Isla es un símbolo. Es más: la Isla es pura metáfora del aislamiento, que es el tema principal de la serie. Jacob dice que los eligió porque estaban solos, porque sus vidas no iba a ninguna parte.

Porque estaban perdidos
No obstante, insisto: os entiendo. Entiendo que os sintáis defraudados porque no os han dado la zanahoria. Quien quisiera respuestas, es que no ha sabido disfrutar del camino. Mira hacia atrás. Observa todo lo que ha pasado. Observa cómo se han transformado los personajes. Atiende cómo te han tenido pegado al sofá o la silla. Eso es esta gran serie. Un viaje de personajes con la excusa del misterio, de la intriga, del drama, del romance, de la comedia, del terror, de la ciencia-ficción…

Pero, no obstante, tienes razón
Hay cuestiones ante las que se ha pasado de largo. ¿Qué reglas rigen la relación de Ben y Widmore? ¿Por qué unas embarazadas mueren y otras viven? ¿Por qué Walt simplemente desapareció presentándose al inicio como alguien tan especial? ¿Por qué Richard no se da cuenta de que AntiJacob manipula a los habitantes de Dharmaville si sabemos que le conoce?

Y sobre todo
¿Qué son los números?
No te preocupes. Seguro que todas esas preguntas tendrán respuesta. Paciencia. La presión mediática, como la justicia divina, pone a todos (los guionistas) en su sitio, y tarde o temprano cantarán como jilgueros. Pero cuando llegue ese momento, se repetirán todas las sensaciones de hoy: porque el que quiera ver decepción, verá decepción, y quien sencillamente haya visto el bosque más allá de los árboles… simplemente no necesitará más respuestas...

Así que, como Jack, cierra los ojos.
Y descansa

(Fuente: elpilotoautomatico.es)

2 comentarios:

Álex Garaizar dijo...

Con el primer párrafo pensaba que estabas escribiendo tú en modo pedante. Primero porque no sé si te di uno de los dos libros del guión de Syd Field, que yo me lo voy a leer este verano. Segundo, porque lo de Aristóteles nos lo han dicho en clase más de una vez XD

Andoni Garrido Fernández dijo...

Jajaja Pues nunca me has hablado de eso, pero tengo que leer alguno de sus libros. A ver si en verano sale un grupo de guión para hacer cositas, ayer pregunté y ya verán si sale. Espero que sí :P