jueves, 31 de marzo de 2011

Relato - Narración Delegada

NARRACIÓN DELEGADA – ANDONI GARRIDO FERNÁNDEZ
(Aún en fase de corrección) Es probable que lo guionice para hacer el cortometraje. 
            El joven Brian estaba sentado en un banco mientras contemplaba cómo unos pequeños daban de comer pan a los patos del estanque. En su mano derecha sostenía una libreta de notas. Por más que miraba a la realidad no conseguía encontrar ideas para su próximo guion. Había decidido pasar la tarde solo, fuera, debía evitar que nadie le distrajese. Entre las personas que le podían distraer estaban sus compañeros de piso y su querida novia Susana. Lo cierto es que no podía hacer otra cosa que distraerse en su compañía, para él, ella era perfecta. Tan perfecta que prffsfiodffds. Perdón, tenía algo en la boca.
            Joder, tío. ¿Podrías no comer mientras narras? Vas a hacer que el tío o tía que esté leyendo esto se pregunte qué cojones estás comiendo. Los narradores no debemos llamar la atención, son las reglas. El lector no puede saber si tenemos vida o no, no le interesa. ¿Podemos centrarnos en Brian? Se te ha olvidado decir que está estudiando cine y que tiene que presentar para mañana un guion de cinco páginas.
            No me jodas, Mike, iba a decir eso precisamente en el momento en el que me has interrumpido.
            Pues haz bien tu trabajo. Voy a hacer que Brian deje de perder el tiempo en el banco y se inspire de verdad. Brian se levantó y decidió con ánimo volver a casa. Quizás viendo la tele o jugando a algún videojuego se le ocurriría alguna idea original para entregar al día siguiente. Al llegar al piso se encontró con Susana. Estaba tan radiante viendo la televisión en el salón… Fue hacia ella, por una vez en aquel día, Brian sonreía. Se sentó junto a ella resoplando. Ella, con una sonrisa de oreja a oreja, le rodeó con los brazos.
            Eres un empalagoso narrando. Siempre estás igual.
            Pues anda que tú… siempre le metes en problemas.
            A ver, tío, tiene que haber conflicto. Si no, esto no funciona.
            No funcionará para ti.
-         No consigo encontrar ninguna idea mínimamente original para mi historia. Nada con gancho, nada que me motive.
Dijo Brian afligido.
-         Mira las noticias, a ver si hay algo de lo que se pueda sacar una historia. No sé, algo rollo denuncia.
Le animó su novia.
-         ¿Has oído eso?- preguntó Brian mirando hacia arriba.
-         Eso. ¿Lo has oído?
-         No, ¿el qué?- preguntó la chica extrañada.
-         Alguien ha dicho “preguntó la chica extrañada”. ¿No lo has oído? Ha sonado como lejano. Pero no sé, me he sentido muy extraño.
¿Qué está pasando aquí? Nos oye… ¿Quién ha escrito eso?
A mí no me mires, me duele la boca de tanto narrar. Llevo durmiendo desde ayer. Yo no he introducido ningún cambio. Dejadme en paz. 


Brian seguía viendo la televisión sin inmutarse de esas voces. Ahora lo importante era buscar una idea. En la pantalla apareció el reactor de Fukushima. Brian se imaginó de pronto una historia apocalíptica. Tsunamis, terremotos, zombies radioactivos... y sólo una persona capaz de volver a traer la paz a ese mundo devastado… ¡Radioactivoman! No. demasiado friki, su profesora de guion no lo entendería, es más, seguro que le tomaba por un chiflado sin dos dedos de frente y le pone mala nota. La siguiente noticia iba de un atraco. Brian se lo pensó, pero la idea no le atrajo en absoluto. De atracos ya estaba todo dicho, por más que se estrujase el cerebro no le iba a salir un plan para atracar bancos más original de los que ya se habían llevado a la gran pantalla. Cuando no hay más, no hay más.
Y de pronto apareció una noticia de maltrato de género. Una pobre chica había sobrevivido al intento de asesinato de su marido, luego este se había tirado por un balcón con la intención de suicidarse sin éxito desde un tercero, quedándose despachurrado contra la acera de una transitada calle de Bilbao. Aparecieron unas imágenes de él siendo trasladado a un hospital mientras la mujer, con la cara llena de moratones, lloraba por la vida de su marido.
-         Joder, ¿cómo puede quererle habiéndole hecho todo eso?
Preguntó Brian asqueado ante la escena.
-         Quizá porque su marido era bueno. Hace tiempo quizá era bueno. Pero cambió. Aunque igual en el fondo sí que sigue siendo bueno. No sé, prefiero no pensar mucho en esas cosas, me dan pena.
Susana se levantó y fue a la cocina. Brian se quedó viendo la tele con los ojos como platos. Algo corría por su cerebro, una idea. La cámara se fue acercando lentamente hacia él hasta formar un primerísimo primer plano.
¿Qué? ¿Tú eres gilipollas? Estamos narrando literatura, no un jodido guion técnico. Aquí se lee, no sé piensa en planos ni en ángulos de cámara. En serio, tío, ¿qué te has tomado?
Perdona, pero es que como el tío este siempre está con guiones y tal, pues se te pega. No es culpa mía. Deberíamos haberle cogido otro oficio.
No, no podemos hacer eso. Nosotros sólo le podemos guiar en direcciones, pero cambiar su forma de pensar es muy difícil. Meternos en su mente es algo que prácticamente ningún narrador ha conseguido jamás. Venga, sigue narrando.
Vale… Entonces Brian tuvo una idea.
-         Susana, he tenido una gran idea.
Bua, eso ha sido super soso, además has repetido “idea” dos veces.
Pues narra tú, ala. Venga, demuéstrame que sabes acabar una escena… o capítulo con clase. Vamos, listo.
¡Anda y que te narren por detrás!


Brian se encontraba en el despacho de la profesora de Guion. Mientras ella lo leía, él trataba de distraerse. Miró por la ventana, hacía un día soleado, entraba mucha luz por la ventana. Podía ver la gigante sombra de su pierna moverse arriba y abajo a una velocidad supersónica. Mientras se quitaba gotitas de sudor en la frente.
-         Bien.
Dijo la profesora dejando el guion sobre la mesa.
-         ¿Bien?
-         Bueno. La verdad es que no me convence. No lo termino de entender del todo. Al final… ¿quién es el que tiene doble personalidad?
Brian notó cómo la mesa de la profesora se iba alejando cada vez más de él.
-         Pues todos.
-         Pero eso es muy raro.
La mesa se alejó otro poco.
-         No… es que el punto original es que el maltratador tiene doble personalidad, es bueno y malo, pero la mujer también. Y hasta el perro se cree a veces un gato. Yo creo que podría funcionar.
-         Yo no, sinceramente. Te daré otra oportunidad. Pero primero debes liberarte de todas las ataduras que te oprimen a la hora de escribir.
Brian apenas podía ver la mesa con la profesora. Se habían perdido en el horizonte. Las luces se apagaron y un foco iluminó a la figura cabizbaja de Brian. Entonces llegaron dos técnicos.
-         Perdona, chaval, pero nos tenemos que llevar esa silla.
Y señaló la silla en la que Brian estaba sentado.
-         ¿Y dónde me siento?
-         Pues en el suelo.
El técnico se llevó la silla y Brian se quedó en la oscuridad, con un potente foco destrozándole la vista y el culo apretado en el frío suelo embaldosado.

Brian se estrujaba el cerebro en su habitación. Era de noche, su flexo y la pantalla del ordenador eran las únicas cosas que iluminaban la estancia. Brian se concentraba mejor así. Sus momentos de máxima concentración tenían lugar entre las doce y las tres de la mañana.
-         ¿Hay alguien ahí?
Mierda, ya te ha vuelto a oír. No sé cómo lo haces.
Susana entró por la puerta.
-         ¿Me has llamado?
-         No… Estoy oyendo voces. No sé, ¿me estaré volviendo loco?
Dijo Brian cabizbajo.
-         Tranquilo, Brian. No será nada, ya lo verás.
Le contestó tiernamente su novia mientras le acariciaba la cara. Brian sonrió ante los mimos.
-         Ya, eso espero. Ahora debo seguir escribiendo. Bueno, mejor dicho, empezar a escribir.
-         ¿Qué oyes en esas voces?
-         Pues… no sé, es como si alguien comentase todo lo que hago.
-         ¿Cómo un comentarista de futbol?
Susana sonrió y se sentó junto a él en el escritorio.
-         No… es más como un narrador extradiegético. Bueno, a veces parece como si hubiese dos o tres.
-         Oye, pues ahí tienes una historia. Trata de narrar a esos 3 narradores extradiegéticos.
Alguien se ha chivado. Esto no debería estar ocurriendo. Nos ha pillado. En serio, ¿quién ha sido? ¿Quién se ha ido de la lengua?
A ver, simplemente se le ha ocurrido una idea. No creo que sea tan grave.
¿Y si se libera? No, en serio, ¿qué pasaría si logra salirse de la narración.
Nadie puede. Dejaría de existir.
Y si hay más narraciones más allá de la nuestra. Es decir, ¿y si se pueda pasar de una narración a otra? O quizá… no sé, igual hay algo más allá de la narración, algo que no es narración. Donde las personas no son narradas.
-         Lo estoy oyendo todo. ¿Quiénes sois? – preguntó Brian mirando hacia el techo.
Brian se levantó de la silla y se dirigió al centro de su habitación sin dejar de mirar al techo. Susana seguía observándole sentada en su escritorio.
-         Salid de ahí, narradores. Dejad de comentar todo lo que yo hago.
Mierda, mierda… Está empezando a autonarrarse. Se está liberando de nuestras ataduras. Va a liberarse.
Debemos impedirlo. Hay que matarle ahora mismo. De pronto, sus tres compañeros de piso abrieron la puerta de una patada. Estaban como idos, eran como zombies buscando cerebros. Entraron en la habitación y rodearon a Brian y a Susana. Uno de los compañeros de piso sacó un cuchillo.
-         ¿Qué mierda está pasando? – preguntó Brian asustado.
-         Nada, los narradores quieren borrarte. Les has descubierto.
-         ¿Cómo sabes todo eso?
-         Porque soy tu jodida musa –Susana le miró a los ojos–. Tú, Brian eres el elegido. La libertad está a tu alcance, pero debes derrotar a los narradores.
-         Pero tienen un cuchillo… - comentó asustado.
-         De estos ya me encargo yo. Tú céntrate en escribir – dijo la chica mientras señalaba el portátil.
Susana empezó a pelar contra los compañeros de piso de Brian mientras este escribía rápidamente palabras que le iban ocurriendo. Estaba sudando, no sabía qué tenía que hacer, ni si todo esto era una pesadilla, ni si se estaba volviendo loco… ¡Menudo día llevaba!, pensó.
Brian escribía sin cesar, sin mirar a la lucha encarnizada que Susana mantenía a sus espaldas. De pronto dejó de escuchar ruidos. Se giró y vio como dos de los compañeros de piso la habían agarrado y ella estaba inconsciente. El tercer compañero de piso, el del cuchillo, se acercaba hacia él lentamente, como saboreando cada paso.
Brian se dio la vuelta y tecleó en el ordenador intentando terminar el último párrafo. Entonces su compañero de piso le agarró del cuello y todo desapareció.
Otra historia terminada, ¿no? Lo hemos conseguido jaja, no me quiero ni imaginar qué hubiese sucedido si ese tío hubiese escapado de la narración. ¡Sería impensable!
Has estado rápido tumbando a la musa jaja. Buen trabajo, chicos.
Bueno, ahora a esperar a que llegue un nuevo gilipollas al que narrar. Espero que el siguiente tenga alguna aspiración más entretenida que los guiones de este pavo.
Jajaja ya te digo. Menudos rollazos de guiones hacía. Normal, con esa musa tan débil…
Los tres narradores reían su victoria.
Jajajaja… ¡Espera! ¿Quién ha narrado eso? ¿Quién cojones nos ha narrado?
El narrador rojo puso cara de preocupación. Se levantó de la silla asustado.
Esto no me gusta…
Dijo el narrador verde temiéndose lo peor.
No será Brian, ¿no? ¿Es probable que se haya liberado?
Adivinó el narrador azul.
Por favor, no nos mates, por favor, te lo ruego…
Lo cierto es que se me ocurre algo mejor.

-         Al final ¿qué hicisteis con tus narradores?, Brian – preguntó Susana sentada en el escritorio.
Brian dejó de mirar un momento a la pantalla del ordenador y miró sonriendo a Susana.
-         Nada. Simplemente hice que dejaran de narrar. Ahora son libres. Como tú y como yo. Ahora sólo me queda encontrar un final digno. ¿Se te ocurre algo, mi musa?

5 comentarios:

  1. Ey, gracias! :D
    A ver si dentro de unas semanas podéis ver el cortometraje XD

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  2. ¡Está muy jarto! Lo de musa y elegido y tal suena demasiado épico, pero bueno, que está chulo de cojones. Y en corto podría quedar muy bien, la verdad.

    *Hay un momento hacia el principio, después de "le animó su novia" en el que se te ha olvidado colorear al narrador.

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  3. Zenkiu men!! XD
    Jo, pues me apetece mazo rodarlo!!!! :P

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  4. recuerda al pasarlo a guión poner un punto de giro o quedará raro, pero me ha gustado

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  5. Hombre, ten en cuenta que dura unos 6 minutos y ya tiene dos puntos de giro: cuando empieza a oír las voces porque la narración se mezcla con la historia y cuando el protagonista decide salir de la narración delegada y liberarse.

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